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Reaccionar en tiempos de crisis

Nota publicada en Iton Gadól el 18 de mayo de 2022 

¿Qué hacer cuando nos enfrentamos a una crisis? ¿Cómo evitar dejarnos llevar por los acontecimientos y tomar las riendas de lo que nos está pasando? ¿Cómo lograr no deprimirse frente a las circunstancias adversas?

Lag LaÓmer es una fiesta popular que recuerda la interrupción de la epidemia que azotó a 24000 discípulos de Rabí Akibá. Esa pandemia fue traumática y angustiosa: parecía una peste devastadora que arrasaba con todo a su paso. Fallecieron decenas de miles de personas, de manera brusca y repentina.

Muchas de las víctimas eran grandes sabios y eruditos de la Torá. Por ello, sumado a la situación de persecuciones y opresión por parte de los romanos, había un peligro real e inminente: que se rompa la cadena de transmisión de la Torá de maestros a alumnos de manera tal que se pierda su sabiduría para siempre. Una ruptura tan categórica, producto de las circunstancias adversas, hubiera provocado la desaparición del pueblo de Israel.

Sin embargo, a pesar del dolor que debía cargar por la muerte de casi todos sus discípulos y de su sufrimiento físico y emocional, Rabí Akibá volvió a dar clases de Torá. Buscó nuevos alumnos y les enseñó todo lo que sabía. Esos alumnos fueron los que transmitieron la Torá para la próxima generación. La Torá quedó a salvo, y con ella el pueblo de Israel siguió vivo.

Esa actitud de seguir adelante, sin importar los obstáculos que se presenten, era característica de la personalidad de Rabí Akibá. Hay una historia famosa que relata el Talmud en Berajot 60b: Rabí Akibá viajó hacia una ciudad con un burro, una vela y un gallo. Cuando quiso entrar a la ciudad, no lo dejaron entrar. Tuvo que dormir en las afueras de la ciudad, a la intemperie. Cuando se acomodó en medio del campo, sopló un fuerte viento y apagó la vela. Luego vino un gato salvaje y se comió su gallo. Finalmente, un león apareció y atacó a su burro. Rabí Akibá había perdido todo. Sin embargo, frente a cada desgracia, solo decía: “Todo lo que hace Dios es para bien”.

Rabí Akibá entendía que tener una actitud positiva genera una visión optimista de la vida. El optimismo no es ingenuidad sino la capacidad de buscar soluciones originales. La esperanza permite encontrar el vaso medio lleno y sobreponerse a las crisis, renovándose y aprendiendo de cada situación.

A pesar de la trágica pérdida de casi todos sus alumnos, Rabí Akibá no se deprimió y comenzó nuevamente a enseñar y transmitir la Torá. Tomemos su ejemplo de resiliencia para enfrentar los desafíos de la vida.

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