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Iom Kipur: corregir nuestros errores

Nota publicada por Visávis el 4 de octubre de 2022

Iom Kipur es un día de Teshubá: reflexión, arrepentimiento y retorno al camino correcto.

En el capítulo 4 de las Halajot de Teshubá en su libro Mishné Torá, Maimónides presenta un listado de 24 actitudes que impiden o imposibilitan que las personas corrijan el rumbo de su vida.

Si no actuamos a tiempo, se genera un mecanismo de acostumbramiento: el comportamiento errado se convierte en un hábito que impregna nuestra rutina y del que se vuelve difícil deshacerse. Para ayudar al lector, simplificamos el listado propuesto por Maimónides y lo sintetizamos en diez aspectos esenciales:

Dar un mal ejemplo.
Las personas que influyen en la sociedad, en razón de su posición de liderazgo – como políticos, formadores de opinión, jefes laborales, etc- tienen el imperativo de llevar adelante una conducta ejemplar, ajustada a pautas morales objetivas y fomentar su observancia por la sociedad. Quien ostenta un cargo de influencia en la sociedad y fomenta la transgresión de las normas morales o priva a la sociedad de actuar moralmente, está cometiendo uno de los más graves pecados porque fomenta la destrucción y desintegración de la sociedad.

No encarar la educación seriamente.
Ser indiferentes con los hijos o alumnos que cometen errores y no tratar de actuar para desterrar de ellos los vicios es un gravísimo error. Deberíamos ser rigurosos y sabios en la enseñanza (sin que ello provoque autoritarismo o expresiones dictatoriales). Asumir un rol activo para erradicar sus vicios es importante para mostrar que buscamos lo mejor para ellos.

Pecar y disculparse reiteradamente.
Pensar que se puede actuar inmoralmente y luego arrepentirse de manera que Dios y la sociedad perdonará la falta es una maña para fomentar el pecado. Este tipo de engaño hacia uno mismo solo repercute en una mayor proclividad al error. Las personas deberíamos intentar actuar de la mejor manera y no buscar excusas o artilugios de este estilo. En principio, hay que predisponerse para llevar una conducta recta y hacerse responsable de las consecuencias derivadas de las acciones propias.

Apartarse de la sociedad.
El ser humano es por antonomasia un ser social. No podemos recluirnos ni ser indiferentes a los problemas del entorno. Tenemos un compromiso con las necesidades del prójimo. Todos podemos aportar un esfuerzo personal y único al progreso de la sociedad.

Ser soberbios
Las personas deberíamos estar predispuestas a escuchar y reconocer nuestros errores. Sumirse en la soberbia impide el diálogo fecundo y el razonamiento recto. Vivir lleno de soberbia y no aceptar el diálogo genera errores evitables. Al contrario, ser humildes nos permite abrirnos al diálogo y aprender de todas las personas.

Burlarse de la ley
La persona nunca debería aprovecharse de las supuestas imperfecciones legislativas y abusar en su interpretación para fomentar su burla y consecuente transgresión. Ridiculizar algún aspecto aislado y descontextualizado de la ley es un atajo sencillo para desatenderla, con la excusa de que es tonta, obsoleta o inútil. Deberíamos considerar que la ley es sabia y seguirla para marcar el rumbo de la sociedad.

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Despreciar a los sabios y ancianos
La persona que denigra a sus maestros y progenitores demuestra falta de gratitud y expresa que no valora el esfuerzo y la sabiduría de sus predecesores. Mantener una relación de reverencia y respeto le hace valorar la sabiduría y el favor recibido y ayuda a construir una sociedad respetuosa.

Rechazar las críticas
La persona que tiende a ignorar el reproche bienintencionado del compañero y reacciona a la defensiva, cree que siempre tiene razón. Lo correcto sería aceptar nuestro carácter perfectible y, en consecuencia, ser reacios a las críticas. Si no se actúa así, corremos el riesgo no de desarrollar nuestro potencial y grandezas innatas.

Calumniar
Quien difama y calumnia públicamente está condenando a una persona y su familia y/o entorno a ser la escoria de la sociedad: lo está matando en vida y eso genera un quebrantamiento social que conduce a la anarquía. Si desea advertir al público de algún pecador para proteger a la sociedad del daño que pueda provocar, debe incluso en ese caso -en el que está seguro de de los peligros que puede causar el pecador- acudir primero a la justicia que así lo dictamine y no difundir al mundo sin ningún control la falta del pecador, para no reducir la posibilidad de su arrepentimiento y no condenar a su entorno, a su familia y a su descendencia.

Enfadarse
Quien se enfada atenta contra la vida de los demás y contra la propia, pierde sus cabales y actúa contra los fundamentos de la sabiduría, llevando al mundo a la destrucción. El enojo nos hace perder los estribos y el control de nuestro comportamiento, provocando que actuemos de manera impulsiva. Por ello, tenemos que intentar parar y reflexionar antes de tomar una decisión.

Todas estas actitudes son sumamente conocidas por su elevado nivel perjudicial y combatirlas redundará en una sociedad mejor. Esperamos tener las fuerzas para no caer en ese tipo de actitudes y, en caso de hacerlo, confiamos en buscar estrategias sabias para recuperarnos como individuos y como sociedades.

Fuente: www.visavis.com.ar