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Purim no es un carnaval judío

El carnaval se relaciona con disfraces, música, baile y cierto grado de desenfreno. En el inconsciente colectivo, se suele asociar a Purim con el carnaval. Probablemente esta asociación se da por las costumbres populares de disfrazarse y otras actitudes de jocosidad  en Purim. Sin embargo, estas prácticas no son apropiadas para este día santo ni corresponden con su espíritu.

Emborracharse en Purim ―como en cualquier otro día del año― está completamente prohibido. Si además de emborracharse, la persona pierde el control y actúa de manera caótica, causando destrozos, burlándose del prójimo, faltando el respeto o desechando sus obligaciones, entonces el pecado es mucho más grave.

La norma relacionada con la bebida en Purim consiste en tomar un poco más de lo usual, de acuerdo a cada individuo, si no le daña, para brindar y festejar; pero está prohibido por la ley embriagarse ya que es considerado como una actitud despreciable e indigna que perjudica la salud del alma y del cuerpo, ya sea en Purim o cualquier otro día.

Tampoco es correcto rezar disfrazado. Esta actitud puede ser considerada un desprecio al rezo, que debería conducirse con decoro y concentración en vez de ser un espacio para el desenfreno y los gritos. Lo adecuado es mantener un comportamiento de respeto y santidad, honrando la festividad de Purim con alegría y respeto al Creador.

Si alguien quiere disfrazarse, puede hacerlo. Especialmente los niños disfrutan de disfrazarse y es una manera digna de generarles buenas vivencias y recuerdos de Purim. Sin embargo, disfrazarse en Purim es una simple costumbre popular, sin ninguna ley religiosa por detrás. Es posible que originalmente los disfraces hayan surgido para cumplir de la mejor manera el precepto de dar dinero a los menesterosos: al estar todos disfrazados, nadie sabía ni a quién daba ni quién recibía. También puede ser que la costumbre haya surgido meramente por la proximidad con la fecha del carnaval anterior a la cuaresma cristiana. En cualquier caso, la costumbre de disfrazarse en Purim no es antigua: su primera mención es en la Italia del siglo XV.

Purim es un día de alegría real, y no ficticia o artificial, aquella que surge del reconocimiento de que toda situación angustia puede darse vuelta y transformarse en algo positivo. Es un trabajo de concientización, y no un producto de excesos, descontrol y desenfreno.

Por lo tanto, es importante cuidarse de asociaciones incorrectas: Purim no es un carnaval judío sino un momento para reconocer a Dios en nuestras vidas y de esta manera llegar a la alegría real.