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Purim y el heroísmo de Esther

La historia de Purim está contada en Meguilat Esther (el Rollo de Esther). Luego de la destrucción del primer Gran Templo de Jerusalén (Bet Hamikdash), en el año 587 A. E. C, el pueblo judío fue exiliado a Babilonia. Cuando los Persas conquistan a Babilonia pocos años después el rey persa,  Ajashverosh (Asuero), instigado por un ministro de confianza, Hamán, intentó exterminar al pueblo judío. 

Sin embargo, Esther, una mujer judía que había sido tomada como esposa por el rey, intervino e impidió que se desaten esos acontecimientos espeluznantes. Mediante astucia y diplomacia, convenció al rey de lo nefasto del plan e hizo caer al malvado Hamán de su posición de liderazgo.

La historia de vida de Esther es sorprendente. Huérfana de padre y madre, había sido criada por su tío, Mordejai (Mardoqueo). Bajo el manto protector de su tío, Esther creció y llegó a la mayoría de edad. Luego de un incidente con su esposa anterior, Vashti, el Rey Ajashverosh tomó a Esther como su nueva mujer. 

Cuando las maquinaciones de Hamán contra el pueblo judío comenzaron a tomar forma, Esther no reaccionó de manera inmediata. Pareciera que pensaba que ocurriría un milagro que salvaría a su pueblo, o quizás no quería poner en peligro su propia vida. Es posible que haya razonado que, al ser la esposa del rey, ella estaría exenta de cualquier amenaza. 

Sin embargo, hay una escena que lo cambia todo: cuando la amenaza de destrucción del pueblo judío es inminente, Esther decide actuar. Habla con su esposo, el Rey Ajashverosh, y lo invita junto al malvado ministro Hamán, a una cena. Allí le hace notar a Ajashverosh que Hamán quiere destruir al pueblo judío y está dominado por una búsqueda desenfrenada de poder. Así, el rey Ajashverosh reacciona para evitar la masacre y le quita el poder a Hamán.

Esther es la heroína principal de esta historia. Todo el relato puede ser leído como la transformación del carácter de Esther: de una mujer dócil y dependiente, que hace lo que le dicen, a una mujer líder, que toma en sus manos la responsabilidad de salvar a un pueblo entero de la injusticia. 

La Biblia con este relato hizo un llamamiento a las antiguas sociedades que discriminaban a la mujer o la menospreciaban, creyendo injustamente que carecían de capacidad de intervenir en los mismos asuntos que usualmente se delegaba a los varones.

Somos testigos del avance del liderazgo femenino en nuestra sociedad. Quiera Dios que podamos tener líderes positivos como Esther, que se hagan cargo y busquen soluciones a las problemáticas que nos desafían, sean varones o mujeres. Establecer límites de acción a los varones por ser varones o a las mujeres por ser mujeres es ilógico y es contrario al relato bíblico. Las acciones humanas, los cargos de liderazgo, los trabajos sean cuales fueren, deben ser encarados por los que tienen la capacidad para hacerlo, sin importar su género.