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Pésaj, una oportunidad para construir la identidad

A partir de la noche del 27 de marzo hasta la tarde del 4 abril, los judíos celebraremos la festividad de Pésaj. En esta fecha tan especial del calendario judío, conmemoramos la salida de Egipto de una manera bastante peculiar: además del rezo y la lectura de los pasajes bíblicos correspondientes en la sinagoga, relatamos y recreamos en la mesa familiar todos los sucesos acontecidos en Egipto, desde la llegada del pueblo judío y su salida triunfal, pasando por la esclavitud. Esta recreación en familia se denomina «Séder» (lit. «orden»), y el pequeño libro del que se lee se denomina «Hagadá» (lit. «relato»).

¿Por qué esta forma tan peculiar de celebrar esta festividad?

El ser humano se caracteriza por estar en búsqueda permanente de sentido: necesitamos dotar de significado a nuestra vida y al mundo. Nos contamos historias para explicar cómo funciona el universo y cómo encajamos en nuestro entorno. De hecho, muchas veces pensamos en forma narrativa: nuestra mente estructura al mundo mediante el lenguaje y le da forma a nuestra identidad con relatos. El poder de la imaginación nos permite construir comunidades en torno a valores: los símbolos y narrativas comunes a un grupo humano generan el surgimiento de la sociedad civil.

El Séder de Pésaj

El Séder de Pésaj es una recreación, mediante símbolos, de la salida de Egipto. Ordena y estructura la identidad: nos ubica en el lugar de protagonistas y partícipes de la historia judía en general y del éxodo de Egipto en particular. De hecho, es una obligación considerarse a uno mismo como si fuera que está saliendo en este mismo momento de la opresión Faraónica: hay que involucrarse de manera activa con el relato, para sumergirse en él. De esta manera, el pasado ya no está muerto sino que anima al presente y nos proyecta hacia el futuro: la salida de Egipto no es una mera reliquia pretérita sino un impulso para cambiar nuestras vidas hoy.

La Hagadá

La Hagadá, con sus relatos, alegorías y canciones, es un instrumento pedagógico: narramos la historia para transmitirla a nuestros hijos y nietos. De hecho, los niños son el eje central de esta festividad: son ellos quienes toman nuestro legado. Es por eso que la mesa familiar es el espacio en el cual se lee y analiza la Hagadá: la familia es el núcleo fundamental de transmisión de valores. En esta cadena de generación en generación, nosotros mismos nos reafirmamos y transformamos al narrar la historia: construimos nuestra identidad y la de nuestros descendientes.

Memoria colectiva

En Pésaj, nos constituimos como pueblo y comunidad: relatamos nuestra historia y la recreamos, construyendo así una memoria colectiva que nos cohesiona y da sustento a nuestros valores. Cada pueblo y cultura tiene sus símbolos y narrativas particulares, que dan sentido al mundo y construyen su identidad propia. Uno de los mensajes fundamentales de Pésaj es que la construcción y el mantenimiento de la identidad se sustentan en la transmisión de los valores en la familia, con el eje puesto en la búsqueda de narrativas compartidas.