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En el país donde cada uno quiere salvarse, nadie se salva.

Para vivir con sentido no necesariamente se debe entender y comprender en detalle la trascendencia metafísica existencial del hombre, pero la experiencia humana demuestra y nos enseña que quien se brinda al prójimo y a la sociedad es el que realmente le da sentido a su vida, más allá de la ideología, religión o creencia que tenga. 

Se puede decir que hay una religión universal indiscutible que trata de brindarse a la sociedad para beneficiarla.

Una voz interna  nos hace comprender que no tiene sentido vivir sólo para mantenerse equilibrado fisiológicamente, para acumular riqueza y placeres ,  sino que debe hacer de su vida un canal para la nobleza, un servicio para el bien, una vida moral y ética. 

Si bien la moralidad y la ética  no llegan a revelar la esencia y el secreto de la existencia, hacen que percibamos que estamos bien encaminados, nos llenan de entusiasmo, de paz interior y felicidad auténtica y es lo único que podemos comprender y sentir  todos, tanto los sabios como las personas comunes.

Todos los hombres nacemos con esa idea innata, pero solemos olvidarnos y desoír el clamor de nuestro interior, de nuestra conciencia, a causa del ritmo vertiginoso en que encaramos nuestras vidas para la búsqueda de la supervivencia física propia –que no está mal– pero la atención que le damos es excesiva y no nos permite recordar los otros valores esenciales de la vida

Cuando se posee moralidad se forma una sociedad solida, fuerte, que progresa y entra en un círculo virtuosos de excelencia, mejoramiento y superación constante, cuando una sociedad solo tiene riqueza pero carece de esos valores, más temprano que tarde, sucumbirá también su abundancia.

¨ La elevación espiritual de una sociedad es proporcional a la preocupación material que tiene por el prójimo¨ (R.I. Salanter)

Los  sabios hebreos enseñan,, que la elevación espiritual de una sociedad o de un hombre consiste principalmente en actuar  por el bien material por el resto de la sociedad y el prójimo. 

El más elevado acto moral es cuidar el mundo que Dios nos encomendó velar, ello incluye no solo a nosotros sino a toda la creación, principalmente y primariamente a nuestros congéneres los seres humanos, el prójimo. 

La nobleza espiritual o moral esta constituida paradójicamente por la búsqueda del bienestar material, pero con una salvedad, que no sea solo la propia.

La búsqueda del bienestar material únicamente para uno mismo constituye justamente en el acto mas inmoral y contrario a la idea de la creación, que es que todos velemos por todos, que nos ayudemos mutuamente y seamos solidarios unos con otros, los que tienen con los que no tienen, los sanos con los enfermos, los padres con los hijos, los hijos con los padres , lo maestros con los alumnos, los sabios con los que no estudiaron , los fuertes con los débiles , los unos con los otros.

Lo interesante es que la nobleza hacia la sociedad, no solo es un acto ético y moral que por ser ético y moral debe hacerse, es también el único camino para alcanzar la felicidad propia y de todos.

Mas allá de que la solidaridad es el valor moral por excelencia, también en ella radica el propio bienestar. Nuestro progreso individual dependerá de la manera en que nos solidaricemos con el prójimo, ya que quien no lo ayuda no solo actúa con inmoralidad también se perjudica a el mismo.

Acaso alguien  puede vivir en plenitud sin la colaboración del otro?. 

El progreso no es una carrera contra el otro; es verdad que la vida es lucha y competencia, pero también es cooperación y armonía. Sin duda alguna, para estar bien uno mismo, la persona debe procurar el bien del prójimo, principalmente porque es el acto moral por excelencia de la creación, es un mandato ecológico de la Divinidad de velar por la existencia y pero ella no solo me incluye a mí, también incluye a todas las demás criaturas. Es tan sabia la naturaleza que si solos procuras tu bien, sucumbirás. Solo estarás bien cuando el otro esta bien. 

Esto nos remonta a la leyenda de aquel agricultor del norte que se encuentra con el de sur y el del sur se sorprende del éxito del norte en comparación con su pobre producción. El del norte le pregunta : que haces con tus mejores semillas? Y el del sur le responde: me las guardo para mi campo, solo las siembro y no las vendo a los pequeños agricultores de mi alrededor. El del norte le contesta: allí está tu problema, yo vendo a todos mis competidores la misma semilla de la mejor calidad que yo planto, cuando las aves del cielo traen las semillas de mis vecinos a mi campo no me perjudico, tu sí.

Una sociedad debería educar a sus ciudadanos no solo para la profesionalidad y el exitismo, sino también para practicar la solidaridad.

En el  país donde cada uno quiere salvarse, nadie se salva.