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El justo equilibrio entre reclamar derechos y asumir obligaciones

En la festividad de Shabuot, que se celebra desde la noche del 16 de mayo hasta la tarde del 18 de mayo, los judíos recordamos la entrega de los Diez Mandamientos en el Monte de Sinaí. Fue un momento glorioso en la historia del pueblo judío: al recibir las normas que gobiernan su vida religiosa, se constituyó como tal y se afirmó en sus valores.

Con la entrega de los Diez Mandamientos, de acuerdo al relato bíblico, el pueblo judío reafirma su relación de amor con Dios: entre ellos, forman un pacto que detalla deberes y derechos de cada una de las partes

El pueblo judío se compromete a cumplir las normas éticas y religiosas que hacen a su forma de vida y Dios, como soberano del universo, promete que será tratado con benevolencia. 

Este pacto es el modelo del contrato social, que es el origen teórico de los Estados modernos: dos partes eligen, por mutuo acuerdo, entablar una relación contractual, por la cual una renuncia a algunos de sus derechos en pos de mantener el orden social.

En la sociedad actual, el concepto de derechos se impone por sobre el de los deberes. Los individuos y grupos de presión se enfocan casi exclusivamente en qué pueden obtener de la sociedad: cada grupo se preocupa más por su bienestar particular que por el bienestar colectivo. Cuando una persona solamente considera su propia conveniencia, tiende a olvidar las necesidades de sus semejantes y se vuelve egoísta y egocéntrico. El resultado es inevitable: el orden social se desintegra porque cada uno busca su interés, desatendiendo a su prójimo (lo cual a su vez es malo para sí mismo).

Quizás retomar el concepto bíblico del pacto nos ayude a resolver este problema: en él, el foco está puesto en los deberes de cada uno, y no en los derechos que le corresponden. Cuando una persona entiende que sus deberes anteceden a sus derechos, entonces se enfoca en qué debe hacer, y no en qué quisiera recibir

Pensar en nuestras obligaciones antes que en nuestros derechos permite construir una sociedad basada en el respeto a las normas y la justicia. Cuando una persona considera el bienestar del otro, y no solo el suyo propio, cuando entiende que las leyes tienen una lógica y un sentido, entonces puede constituirse una sociedad más justa y democrática.

Por ello, el mandamiento fundamental de Dios al Pueblo hebreo, en este pacto fue

¨Ama a tu prójimo como a ti mismo¨. 

Para que exista una sociedad justa y democrática, es necesario ponerse en el lugar del otro. La empatía y el amor al prójimo son las condiciones necesarias para que construyamos una sociedad de iguales, con individuos que se respeten como tales.

Los mandamientos estaban escritos en dos tablas. Una tabla con los primeros cinco mandamientos convocaba a las obligaciones con Dios y las otra tabla con los segundos cinco mandamientos convocaba a las obligaciones con el prójimo.

El mensaje es claro: focalizarse en los deberes de cada uno con la misma convicción que nos focalizamos en nuestros derechos permite recrear una sociedad más justa, democrática y bondadosa.