Se acerca Rosh Hashaná, el comienzo de un nuevo año y de un nuevo ciclo en la vida de cada judío en el mundo. 

Son días de inspiración, de introspección y de autoevaluaciones. Tiempos de encuentro y de reencuentros. 

El sábado 28 de agosto, tuve la gran oportunidad de reencontrarme con el sitio donde me crié y comencé mis estudios de Torá: la Ieshibá Bet David, de la Comunidad de Lavalle, liderada por mi querido compañero, amigo y maestro, el Rabino Abraham Chehebar.

Esta vez, como otras tantas, fue para compartir con alumnos y alumnas – como lo fui yo en mi adolescencia – palabras y reflexiones sobre Jodesh Elul. 

«La Teshubá es para nosotros, los adultos mayores. Porque Teshubá es volver. Los jóvenes todavía tienen que ir, lalejet, no lashub, volver”.

Por lo general pensamos que el mundo nace con nosotros y sabemos todo. Pensamos que podemos actuar y decidir simplemente con lo que vemos con nuestros ojos.

Para ir por el camino correcto hace falta inspirarse en la realidad eterna, no solo temporal. Asesorarse por el que ya transitó ese camino, para ver si hay un pozo o un lugar peligroso.

Para ir, hay que inspirarse en el pasado. Así caminaremos por la senda correcta. No caeremos en trampas, emboscadas u obstáculos.

Son muchos los consejos que me gustaría compartir con los jóvenes, en función a mi propia historia. Quizá se puedan resumir en 7 puntos:

  1. Conocer la historia, de dónde venimos.
  1. Aprovechar el tiempo para estudiar y no distraerse con lo que nos rodea.
  1. Involucrarse con el mundo.
  1. Trabajar en equipo, como las cadenas que solo tienen poder cuando están unidas.
  1. Chequear y analizar lo que recibimos.
  1. Elegir bien nuestro futuro de acuerdo a lo que somos y nos dicen nuestros progenitores y maestros, no la moda.
  1. Saber que la Torá es para todos.

En resumen, lo más importante, siempre, es comprender de dónde venimos para poder comprender a dónde queremos ir. «Mehain batá lehan atá olej».

¡Shaná Tobá Umetuká!